martes, 15 de febrero de 2011
La maravilla inútil
La Belleza o la Maravilla Inútil
¿Por qué algo nos parece bello?, cuando encontramos que algo es bello, lo encontramos de inmediato, no tenemos duda en cuanto su cualidad de bello y nos parece que cualquier otra persona debería observar esa belleza en dicho objeto, ya que esta cualidad resalta de un modo tan evidente que es imposible no verla.
Es aquí cuando surge el problema, ya que algo que uno mismo encuentra bello, otra persona puede encontrarlo irrelevante, o inclusive feo, por eso la historia de la filosofía encuentra dos posiciones en aparente contradicción, el objetivismo y el subjetivismo, el primero pregona que algo es bello por cualidades inherentes al objeto, ya sea la forma en que se encuentra en armonía con sus partes, su tamaño, su majestuosidad, su unidad, o su relación en determinado contexto (como anuncia Diderot), la teoría subjetiva pregona que lo bello depende en gran medida del sujeto que percibe el objeto.
En caso de aceptar la teoría objetiva, tendríamos como consecuencia que existe la belleza en sí y la belleza para mí, siendo la primera la cualidad del objeto percibido que lo hace bello independientemente de si el sujeto puede percibir esa belleza o no y lo bello para mí la percepción de esa belleza en el objeto inherente a él, que logra ser percibida por el sujeto.
Si aceptamos la teoría subjetiva llegaríamos a la conclusión de que es el sujeto quien le atribuye tal cualidad a un objeto bello, esto nos lleva a considerar que existirían en ese caso predisposiciones en el sujeto que serían armónicas con el objeto y despertarían en el sujeto sentimientos placenteros respecto del objeto contemplado (o percibido).
Durante mucho tiempo se consideró que la belleza estaba relacionada con la bondad, y para el momento en que Burke (quien defendió la teoría subjetivista) o Diderot (quien se acercó más a la teoría objetiva) hablaron de la belleza, Baumgarten aportó la ruptura semántica de la clásica vinculación entre bondad y belleza.
Para los pensadores de la Ilustración, la belleza ya no estaba inmanentemente ligada a la bondad, (como posteriormente no se consideró que el arte debía estar ligado a la belleza), viéndose liberado el concepto de belleza del concepto de bondad, esta se buscó definir a partir de las dos corrientes predominantes (en el objeto o en el sujeto), la visión subjetiva, que se puede calificar como romántica y la visión objetiva que se puede calificar como “clásica”.
Para Diderot, quien emprende la búsqueda de lo bello en sus “consideraciones filosóficas”, después de enumerar distintas opiniones entre las que se encuentran las de Platón, Wolf, Crouzas, San Agustín, Hutchensen y el P. André señalando sus defectos y cualidades, por ejemplo para Crouzas los caracteres de lo bello son la variedad, la unidad, la regularidad, el orden y la percepción, para San Agustín es sencillamente la unidad ahora; ¿Pecó Crouzas por exceso, o al contrario San Agustín pecó por defecto?, a mi personal parecer la unidad no puede enmarcar en sí sola el carácter esencial de lo bello, ya que esta unidad debe estar contextualizada y esto se lo brindaría el orden y la proporción que señala Crouzas.
Hutchensen por otro lado aboga por una posición más subjetiva ya que el habla de un “sentido interno” de lo bello, y todo lo bello es lo que está realizado para ser aprehendido por ese sentido interno, pero no siempre lo es, abriendo la puerta a la posibilidad de que el sentido interno de lo bello no alcanzó a percibir, por falta de preparación, predisposición, educación, etc. aquello que es bello.
Diderot habla de “lo bello fuera de mi”, esto es todo aquello que contiene en sí mismo el poder de evocar en mi entendimiento la idea de relaciones, y lo bello en relación a mí, es todo aquello que provoca esa idea, esta es por tanto la tesis central de Diderot.
Sin embargo la obvia crítica a esta postura es que existen objetos que pueden ser de orden natural o cultural, que a pesar de destacarse por su simetría y perfección, distan en mucho de ser considerados como bellos (pensemos en un rostro que cumple con todos los parámetros de simetría y coordinación, sin embargo no es particularmente hermoso), para Burke lo bello es la cualidad o aquellas cualidades en los cuerpos a través de las cuales éstos causan amor, u alguna otra pasión y en este sentido aclara que su definición se limita sencillamente a las cualidades sensibles de las cosas, con el fin de preservar al extremo la simplicidad de un tema que en lugar de distraer al sujeto con asociaciones secundarias o emotivas en torno al objeto, le impresionen por la fuerza de aquello que merece ser observado.
La belleza ha sido relacionada con otros conceptos como ligereza, bondad, proporción, perfección, simetría, sublimidad (aunque este es un caso aparte, siendo lo sublime aquello que está cerca de lo terrible, provocando sentimientos de atracción y repulsión de manera simultánea), y utilidad; Kant, en la Crítica del Juicio, contrasta lo sublime y lo bello adjudicándole al último una condición de finalidad sin fin determinado, considerando la utilidad y la capacidad para provocar placer en objetos de la vida cotidiana, en el caso de la belleza apreciamos que el objeto no tiene que necesariamente ser útil pero puede ser bello, algo puede ser bello sin ser útil precisamente porque tiene ciertas características que podemos identificar en nuestro beneficio, aunque el objeto en sí mismo sea inútil. Por eso para Kant nuestra posición respecto de la belleza de un objeto es estrictamente desinteresada.
¿Qué postura fue la que prevaleció al final?, en su momento la noción subjetivista predominó, pudiendo ser llamada también como noción romántica de la belleza, el surgimiento de la filosofía estética implicó un proceso en el cual la belleza es separada de la verdad de las ciencias y de lo bueno de la razón práctica y por otro lado la experiencia estética como conocimiento sensible se opuso al racionalismo del conocimiento conceptual y lógico.
Burke dice que la belleza es aquello que nos afecta de manera tan inmediata que llena de golpe nuestra mente antes de que hayamos podido pensar, esto implica necesariamente una percepción subjetiva que si bien está relacionada con alguna cualidad del objeto, es el sujeto quien le proporciona la cualidad de bello; siendo afectado por el objeto, lo encuentra bello.
Si consideráramos la otra postura, la objetiva, entraríamos en la discusión de ¿qué es precisamente aquello que está dado en el objeto que lo hace precisamente bello?, entre otras cualidades se ha intentado señalar la unidad, la grandeza, la proporción respecto de sus partes, la perfección y para Diderot, las relaciones del objeto con su entorno.
Esto está bellamente ejemplificado por Diderot, al señalar que una frase cualquiera, que es parte de una obra literaria, sacada de contexto puede resultar indiferente, pero dándole contexto puede resultar no solo bella, sino terrible, o sublime.
En mi propia experiencia, las piezas musicales, los objetos de arte, las obras literarias o filosóficas que he encontrado bellas, las he encontrado así por cierta confluencia de condiciones, en principio captaron mi atención, cuando bien podría no haberla captado, (no niego que es posible que haya estado ante un objeto que me podría haber parecido bello, pero que por cansancio, desinterés, falta de atención, no me afectó) esto implica a mi parecer un juego objeto-sujeto muy importante para el fenómeno estético.
El sujeto debería encontrarse en un estado particular de sensibilidad, y de preferencia haberla ejercitado previamente para poder percibir un objeto bello, por ejemplo una obra de música popular me puede parecer tan bella como la pasión de San Mateo de Johann Sebastián Bach, sin embargo, una vez que me ha interesado el tema, aprendo sobre armonía, melodía, teoría musical y adquiero mayor apreciación, me parecería evidente que la segunda es mucho más bella que la primera, por su simple complejidad, contexto, unidad, y muchas otras causas.
En la ilustración se dan dos rupturas muy importantes en la idea de belleza, en primer lugar el binomio finalidad-belleza y en segundo el de belleza y bondad, se comienza a considerar la belleza independientemente de su finalidad o utilidad y tanto para Diderot como para Burke algo puede proporcionar un gran gado de beneficio, pero no por eso se le considerará necesariamente bello o feo
¿Es posible conciliar ambas posturas?, veamos; si existe belleza en un objeto, el único ser capaz de percibirla es el ser humano, esto porque es el único capaz de contextualizar, profundizar, abstraer y entender las relaciones de dicho objeto, la belleza se presenta ante los ojos del observador por las relaciones reales y significativas de dicho objeto, en este caso la belleza está presente en el objeto y es el sujeto quien la percibe.
Si las relaciones son reveladas ante los ojos del observador como resultado de una suerte de acuerdo tácito establecido culturalmente, el reconocimiento de lo bello dependerá del sujeto, de su educación, su forma de ver el mundo y su cultura, la moda puede en este caso intervenir y por lo tanto el sujeto percibe el objeto como bello.
Si hay puntos coincidentes en ambas posturas en la separación de lo bello y lo bueno así como la idea de que algo puede representarse bellamente a través del arte y no es necesario ser un erudito para apreciar esa belleza.
Atendiendo a Kant, la contemplación de la belleza es un acto totalmente desinteresado, por eso la belleza es “la maravilla inútil”, y dado que no existe un fin utilitario en la contemplación de lo bello, el sujeto se deleita en la contemplación del objeto porque le genera sentimientos placenteros, sea porque el sujeto atiende, comprende las relaciones y las encuentra conformes, lo encuentra bello.
En conclusión, sea que la belleza se encuentra en el objeto o es el sujeto quien le proporciona esa cualidad, esta es un plus, no tiene un fin concreto pero otorga a la vida humana una dimensión completa, la belleza muchas veces es el extra que proporciona sentido, no tiene un fin último pero ayuda a continuar en este mundo, es como bien dice Kant una maravilla inútil, pero un sentido de maravilla es simplemente lo que nos hace más, por que percibimos ese extra innecesario pero esencial.
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