lunes, 24 de mayo de 2010
El lenguaje y el tiempo 3/3
3. El pasado
En la historia, la memoria y el olvido
En la memoria y el olvido, la vida
Pero escribir la vida, es otra historia
Paul Ricoeur
El pasado reside en la memoria y no en otro lugar, todo lo que somos y hacemos está determinado por quién fuimos y por lo qué hemos vivido. Vemos el pasado y lo rememoramos, no sólo lo valoramos sino que en cierto sentido lo seleccionamos. Paul Ricoeur eleva ese acto al nivel de arte (ars memoriae y ars oblivion), y nos recuerda que sólo enfrentando el pasado y compensando la memoria y el olvido podemos pagar la deuda con el pasado, reconocer lo que fue y aprender a vivir con ello, no sólo para el individuo y su pasado, también para los pueblos y su historia. El “haber sido”, el “ya no es”, son desaparición y existencia, no puede no haber sido, a fin de cuentas estamos escribiendo nuestra propia historia, y sólo al hacerlo podemos justificarnos y reconciliarnos con nosotros mismos. 3
Pero el acto de recordar es caprichoso, Borges en “Funes el memorioso” nos cuenta la historia del único hombre que tuvo derecho de pronunciar el verbo sagrado “recuerdo”. “Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los habitantes desde que el mundo es mundo”, pero aquel que está condenado a recordarlo todo confiesa: “Mi memoria, señor, es un vaciadero de basuras”. Funes es el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso, pero aquel para quien el concepto “perro” es impensable puesto que nada tiene que ver el perro de las “tres y catorce” visto de perfil con el perro de “las tres y cuarto”, visto de frente. Pensar, concluye Borges, es algo de lo que era incapaz el memorioso, pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. “En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”.4
El acto de recordar sucede en el presente, así enfrentamos el pasado, porque somos seres “históricos”, no determinados, que escribimos la historia de nuestra vida y afrontamos el futuro, el acto de nombrar lo que fue no puede desconectarse de una carga emotiva, ya que lo que fuimos e hicimos nos determina, y el tiempo pasado “fue”, encierra toda la nostalgia, rencor, alegría y esperanza que nos hace humanos, pero no debemos permitir que el pasado se convierta en tirano de nuestro actuar, sino consejero de nuestras acciones.
4. (In)conclusión
Los futuros no realizados son
sólo ramas del pasado: ramas secas
Italo Calvino, Las ciudades invisibles
El presente, el pasado el futuro, el será, el fue, el sería, el habría sido, la saudade, el futuro lejano, todas las construcciones gramaticales que evocan y pueden contener la experiencia humana, el Chronos y el Kairós, estos han sido tema de esta reflexión. No hemos tratado de dar la respuesta al enigma que plantea San Agustín5, no hemos podido ni siquiera empezar a articular toda la experiencia humana en relación con el tiempo. Pasado y futuro son partes de un gran enigma que, según San Agustín, sólo se resuelve al relacionarlo con otro gran misterio: el alma y la eternidad. Para el creyente esto se resuelve así, para los no creyentes, queda seguir buscando y especulando nuevas posturas, a fin de cuentas, siempre queda el futuro.
Para Diana
Epílogo
¿Cómo describir la vida, si ni la vida se parece a la vida?
viernes, 14 de mayo de 2010
El lenguaje y el tiempo 2/3
2. El futuro
Pero comprender puoi che tutta morta
Fia nostra conoscenza da quel punto
Che del futuro fia chiusa la porta
(Por lo cual puedes comprender que
Moriría nuestro conocimiento en cuanto
Se cerrara la puerta del porvenir)
Dante, infierno X
El futuro se compone de puertas abiertas en las que aguarda el caos y viejos pánicos, pero también el futuro se encuentra lleno de libertad por que es algo indefinido. Elías Canetti en Die Befristeten (1956) imaginó una ciudad en que todo ciudadano es designado con un número, que es el número de años que vivirá, porque el progreso de la ciencia ha superado hace mucho tiempo los enigmas y terrores de lo desconocido, nadie vive más allá de su momento, nadie muere antes de su hora, en esta sociedad nadie se atreve a revelar la fecha de su nacimiento, esta se aloja en un relicario que todos están obligados a llevar alrededor del cuello, el guardián de los relicarios rompe el sello en el momento de la muerte, y así puede confirmar la duración de la vida de la persona. Pero como en todas las novelas que narran esta clase de cosas, existe un rebelde, enamorado de la libertad, del futuro indefinido, que inicia una revuelta que triunfa al descubrir que los medallones estaban vacíos, al descubrir esto se ha ganado la libertad de la incertidumbre pero algo se ha perdido a cambio: la infalibilidad.
El problema del futuro distante radica en la nitidez de la percepción, no hay ninguna imagen mental que pueda representar coherentemente cantidades como diez millones de años, o cinco millones de años en el pasado. El lenguaje es un vehículo apto para relatar los sucesos cotidianos, algunas cosas extraordinarias y todas las maravillas de la imaginación, pero se ve muy limitado cuando se enfrenta a proyecciones del tiempo que se extienden al infinito, incluso podría afirmarse que el lenguaje se mueve en la realidad “finita”. Sin embargo, la existencia de una articulación del futuro por medio de lenguaje es en sí misma notable, en palabras de George Steiner, “hay que empezar maravillándose, regocijándose con vehemencia ante el hecho escueto de que existan formas futuras del verbo, de que los seres humanos hayan desarrollado reglas gramaticales que permiten expresarse de manera coherente sobre el mañana, sobre la última media noche del siglo, sobre la posición y luminosidad de la estrella Vega situada a medio billón de años luz de aquí”.2
Pasado, presente y futuro se conjugan en un acontecimiento que tiene su propia lógica del tiempo. C.H. Dodd en The coming of Christ nos dice que el sacramento de la eucaristía se ubica en pasado, presente y futuro en cada misa pues se actualiza y se vuelve a vivir cada vez que se realiza, se convierte en presente ese pasado. Pasado, presente y futuro se conjugan también en un solo presente, pues el pasado es sólo aquello que se recuerda en el efímero presente y el futuro deja de ser futuro cuando llega. Los que se saben condenados a morir dejan de usar términos para referirse al futuro y caen en el abuso de eufemismos, Steiner se lamenta de la imposibilidad de un estudio lingüístico sobre los tiempos futuros a los que se refieren las sectas suicidas en cuanto se acerca la fecha de su ceremonia final.
martes, 4 de mayo de 2010
El lenguaje y el tiempo 1/3
En los días del ya lejano 2007 (uff no realmente lejano, pero lo parece), encontré una gran inspiración, suficiente para sentirme el mejor ser humano, el más brillante, el más valiente y pues, entre otras cosas me animé para publicar en la revista "Opción" (que mi hermano ya no dirigía por entonces) un artículo que trata sobre mi tema preferido "El lenguaje y el tiempo", aqui transcribo la primera parte porque total, no creo que muchos lo hayan leido entonces
"Quid est ergo tempos, si nemo ex me quaerat, scio
Si quaerenti explicaro velim, necio"
San Agustín, Confesiones
"Quid est ergo tempos, si nemo ex me quaerat, scio
Si quaerenti explicaro velim, necio"
San Agustín, Confesiones
¿Qué es pues el tiempo?, San Agustín, en el libro XI de sus "confesiones", aborda este problema al hablar de las aporías del tiempo, la primera, la medida del tiempo, la segunda, más apremiante: su esencia, ¿El tiempo és por que lo percibimos y lo medimos?,¿ o no es ninguna manera por que no lo podemos percibir más allá de nuestra conciencia? Esta pregunta, para San Agustín encierra su secreto en un lugar más íntimo; el alma del ser humano
A la par de este enigma existe otro en total relación: cómo aborda el lenguaje el problema del tiempo. Esta pregunta no es banal, ya que en cierto modo el idioma que hablamos, y la tradición cultural que compartimos determinan nuestra manera de comprender la realidad y nuestra concepción de la temporalidad. El papel determinista del idioma se observa con gran claridad en el idioma distante de los tojolabales, una muestra de la diversidad linguísitica de nuestro país. Los tojolabales conocen otra forma de hablar de pasado, presente y futuro; el futuro se relaciona con "lo que está detrás", por que no lo podemos ver; el pasado se relaciona con "lo que está delante", como si fueramos caminado hacia atrás, enfrentando lo desconocido, que és el futuro, valorando lo ya vivido, el pasado.
La noción de antes, durante y después es prerrogativa del ser humano, todos tenemos esperanzas, angustias, deseos y todos estos sentimientos sólo puede tenerlos un ente que se mueve "en el tiempo". Es claro que los animales no perciben el tiempo de la misma manera, prtobablemente sólo vivan en un perpetuo reconocimiento que no alcanza la abstracción; en cambio el ser humano es un "animal no determinado, aún no enteramente ubicado" como diría Nietzsche.
El ser humano es el único ser "Histórico", al sabernos condenados a morir, nuestra vida y nuestras obras adquieren una significación trascendente. Jorge Luis Borges imaginó la ciudad de los inmortales, donde sus habitantes no conocen más que un presente imperecedero, ya que al desconocer la muerte, no existen ni un pasado ni un futuro que signifiquen algo.
Los antiguos griegos concebían dos palabras para nombrar el tiempo "CHRONOS", y "KAIRÓS". La primera se refiere al tiempo cronológico y secuencial, aquel que es cualitativamente igual en todo momento; la segunda tiene un significado especial, se refiere al "momento justo", aquel en que todo conjura para que algo especial suceda, un tiempo indeterminado que requiere especial agudeza para reconocerlo; el "aquí y ahora". Kairós hace su aparición al encontrar el amor, por ejemplo, o cuando tenemos conciencia de que las cosas fueron como tenían que ser, y no de otra manera. El kairós no es cualitativamente igual al chronos, es un tiempo especial que no conoce de mediciones ni de calendarios, es un tiempo "fuera del tiempo".
Los tiempos verbales no son la única manera en que el lenguaje articula el tiempo. Al hablar de la nostalgia y la rememoracion, el dolor de la memoria y el olvido, estamos hablando de la experiencia del tiempo. Esta experiencia se conibe de manera diferente en distintas lenguas, el idioma español, por ejemplo, concibe la diferencia entre el "ser" y "estar", sutileza linguistica de dificil comprensión para, por ejemplo, los anglosajones, mientras el "ser" se refiere a la pérmanencia, el "estar" es fugaz, no es más que un estado de la realidad. Otro ejemplo lo tenemos en la hermosa palabra portuguesa "SAUDADE", voz intraducible a otro idioma que se refiere a algo así como "nostalgia del pasado", nostalgia de lo que pudo ser y no fue, nostalgia de la propia nostalgia.
No debemos menosprecial la capacidad del idioma de narrar en el presente sucesos que no son más que territorio de la memoria, ni la capacidad extraordinaria de nombrar tiempos verbales que son territorio del futuro y por lo tanto del azar y de lo insondable. ´¿Es acaso lícito hacer afirmaciones sobre el futuro remoto?, para el critico literario George Steiner, tal vez no lo sea, como observa en su obra maestra Despúes de Babel, "Me vuelvo a ver cerca de una ventana abierta, invadido por un pavor físico ante el pensamiento de que "ahora", y de pie como estaba, en un lugar muy ordinario me estaba permitido pronunciar frases a propósito de los arboles que tenía enfrente y sobre el clima que habría allí en cincuenta años ".
Steiner experimenta el vértigo que se advierte cuando se habla de millones de años luz en el futuro o de números infinitamente grandes: la capacidad del idioma de nombrar estos infinitos tiene un poder casi mágico, no olvidemos que en la tradición judeocristiana el poder creador de la divinidad proviene de su capacidad de articular palabras, cuando dice "FIAT LUX", (hágase la luz), inmediatamente "FACTA EST LUX", se hizo la luz. La capacidad de los adivinos y de los druidas de designar lo oculto es una muestra de esto. A menudo, por un acercamiento etimológico, descubrimos incluso que esta concepción del idioma y de lo mágico ha estado en la cultura por mucho tiempo, "Considerar" por ejemplo, no significa otra cosa que "ponerse en relación con las estrellas".
A la par de este enigma existe otro en total relación: cómo aborda el lenguaje el problema del tiempo. Esta pregunta no es banal, ya que en cierto modo el idioma que hablamos, y la tradición cultural que compartimos determinan nuestra manera de comprender la realidad y nuestra concepción de la temporalidad. El papel determinista del idioma se observa con gran claridad en el idioma distante de los tojolabales, una muestra de la diversidad linguísitica de nuestro país. Los tojolabales conocen otra forma de hablar de pasado, presente y futuro; el futuro se relaciona con "lo que está detrás", por que no lo podemos ver; el pasado se relaciona con "lo que está delante", como si fueramos caminado hacia atrás, enfrentando lo desconocido, que és el futuro, valorando lo ya vivido, el pasado.
La noción de antes, durante y después es prerrogativa del ser humano, todos tenemos esperanzas, angustias, deseos y todos estos sentimientos sólo puede tenerlos un ente que se mueve "en el tiempo". Es claro que los animales no perciben el tiempo de la misma manera, prtobablemente sólo vivan en un perpetuo reconocimiento que no alcanza la abstracción; en cambio el ser humano es un "animal no determinado, aún no enteramente ubicado" como diría Nietzsche.
El ser humano es el único ser "Histórico", al sabernos condenados a morir, nuestra vida y nuestras obras adquieren una significación trascendente. Jorge Luis Borges imaginó la ciudad de los inmortales, donde sus habitantes no conocen más que un presente imperecedero, ya que al desconocer la muerte, no existen ni un pasado ni un futuro que signifiquen algo.
Los antiguos griegos concebían dos palabras para nombrar el tiempo "CHRONOS", y "KAIRÓS". La primera se refiere al tiempo cronológico y secuencial, aquel que es cualitativamente igual en todo momento; la segunda tiene un significado especial, se refiere al "momento justo", aquel en que todo conjura para que algo especial suceda, un tiempo indeterminado que requiere especial agudeza para reconocerlo; el "aquí y ahora". Kairós hace su aparición al encontrar el amor, por ejemplo, o cuando tenemos conciencia de que las cosas fueron como tenían que ser, y no de otra manera. El kairós no es cualitativamente igual al chronos, es un tiempo especial que no conoce de mediciones ni de calendarios, es un tiempo "fuera del tiempo".
Los tiempos verbales no son la única manera en que el lenguaje articula el tiempo. Al hablar de la nostalgia y la rememoracion, el dolor de la memoria y el olvido, estamos hablando de la experiencia del tiempo. Esta experiencia se conibe de manera diferente en distintas lenguas, el idioma español, por ejemplo, concibe la diferencia entre el "ser" y "estar", sutileza linguistica de dificil comprensión para, por ejemplo, los anglosajones, mientras el "ser" se refiere a la pérmanencia, el "estar" es fugaz, no es más que un estado de la realidad. Otro ejemplo lo tenemos en la hermosa palabra portuguesa "SAUDADE", voz intraducible a otro idioma que se refiere a algo así como "nostalgia del pasado", nostalgia de lo que pudo ser y no fue, nostalgia de la propia nostalgia.
No debemos menosprecial la capacidad del idioma de narrar en el presente sucesos que no son más que territorio de la memoria, ni la capacidad extraordinaria de nombrar tiempos verbales que son territorio del futuro y por lo tanto del azar y de lo insondable. ´¿Es acaso lícito hacer afirmaciones sobre el futuro remoto?, para el critico literario George Steiner, tal vez no lo sea, como observa en su obra maestra Despúes de Babel, "Me vuelvo a ver cerca de una ventana abierta, invadido por un pavor físico ante el pensamiento de que "ahora", y de pie como estaba, en un lugar muy ordinario me estaba permitido pronunciar frases a propósito de los arboles que tenía enfrente y sobre el clima que habría allí en cincuenta años ".
Steiner experimenta el vértigo que se advierte cuando se habla de millones de años luz en el futuro o de números infinitamente grandes: la capacidad del idioma de nombrar estos infinitos tiene un poder casi mágico, no olvidemos que en la tradición judeocristiana el poder creador de la divinidad proviene de su capacidad de articular palabras, cuando dice "FIAT LUX", (hágase la luz), inmediatamente "FACTA EST LUX", se hizo la luz. La capacidad de los adivinos y de los druidas de designar lo oculto es una muestra de esto. A menudo, por un acercamiento etimológico, descubrimos incluso que esta concepción del idioma y de lo mágico ha estado en la cultura por mucho tiempo, "Considerar" por ejemplo, no significa otra cosa que "ponerse en relación con las estrellas".
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