domingo, 13 de noviembre de 2011

Definiendo al amor, (en la era posmoderna)

"¿ Buscar el amor? Para eso habria que suponer que existe; que ya fue inventado o que poseía una existencia previa a toda posiblidad de invención. Primera opción, se supone lo segundo: que el amor es anterior a todo lenguaje y a toda razón, como un río o como una molécula o el espacio, y entonces tendría que hablarse de la fuerza y la energía y recitar completo de Platón hasta San Agustín, y volver a estancarnos en la retórica de primer motor y fin último. Next option: ¿inventado?, ¿como alguien inventó la bombilla o las bisagras o la bomba atómica o la dialéctica o la moral del buen cristiano en el nombre del padre amén?, como la elucubración rastrera de aquello que siento pero no sé donde y lo quiero nombrar (ojo) y lo quiero NOMBRAR, etiquetar, archivar, save and close. Pero para nombrar hay que dar sonido y signos y hacer entrar en nuestra cabezota todo un sistema referencial y de actitud frente al mundo: razón y sentimiento: pienso luego existo, ¿No hay aquí esa vaga sensación de fraude? Cuando la realidad y sus sistemas no son tan realidad ni Sacroimperioromanogermánico ni teoríadelarelatividad ni marxismoleninismo, ni nada que tenga que ver con otra cosa. Porque descubriste una arruga en la Julieta quinceañera o un falsofondo en la casa del peluquero, etc, etc, etc... E igual volvemos a la nada, pero nunca falta el exaltado que grita desde un balcón "ME IMPORTA POCO, NO SÉ LO QUE SEA PERO SI TANTOS HAN MUERTO POR ESO (que no quieres llamar amor) ES POR QUE HALGO HA DE HABER !ALGO¡, y claro, podemos hacer historiografia y teoría de las relaciones humanas en la historia de las culturas y esos dos mil o tres mil años de historia y su infinidad de ejemplos y sonetos y harakiris serían para otra sopa negra y espesa, sí, ellos han buscado y muerto por el amor como han buscado el santo grial y el elefante blanco y han muerto por la Patria, el honor, y es eso, una gran pregunta, LA GRAN PREGUNTA (¿tal vez sin respuesta?) solipsista, EL SER Y LA DUDA, uno cree sentirlo y está bien, quien es quien para negarlo, pero no hay nada a que asirse, y eso asusta, luego habrá que inventar el matrimonio, y la flor, y el cosquilleo en la panza y envolverlo en litros y litros de plástico, mon amour, porque la vida es corta y algo habrá que hacer además de revolcarnos en el sudor y la saliva como animales que se inventan todo un código para procrear sin culpa, pero... ¿qué es eso, que es? Es estúpido preguntar, el lenguaje no ayuda y sin embargo, es lo único que tenemos. Habrá que buscar, habrá que ser ratas en el laberinto sucedáneo de los siglos, detectives y hagiográfos, ¿qué remedio?." ...*EFV

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El barón rampante

------También yo-respondió Cósimo-, vivo desde hace muchos años por unos ideales que no sabría explicarme a mi mismo----. --- Pocas veces me entran unas ganas tan tremendas de recomendar a un autor o un libro determinado, de decir de una u otra forma "¡Aqui está esta obrita genial!, ¿por qué no la conoce todo el mundo?, hoy que terminé de leer "El barón rampante" de Italo Calvino me ocurre algo así. Narra la historia de Cósimo Piovasco de Rondó, que a partir del 15 de Junio de 1767 hasta su muerte, ya entrado el siglo XIX, toma la determinación, con una invencible obstinación, de vivir sobre los árboles. Bueno, todo empieza por las desaveniencias con su padre el barón de Rondó y las excentricidades de su hermana, pero de ahí no diré más. El libro es toda una odisea sentimental, entre el realismo mágico y la magia realista, la vida de Cósimo vista a través de los admirados y añorantes ojos de su hermano menor quien narra la historia (casi todo el tiempo) en la nostalgia de contarnos sobre un mundo que ya no existe, una época pasada en donde una persona podria ir desde un país a otro y no ver más que árboles. El barón de Rondó no deja de estar en contacto con su mundo, es más, tal parece que el vivir entre las ramas lo hace estar aún mas en contacto con su tiempo y su realidad, su vida aventurera transcurre desde la juventud hasta la vejez y sus acciones y su forma de pensar van cambiando tan coherentemente que uno se imagina haber leído una vida completa. Leer este libro es un gozo, léanlo en un parque bajo los árboles o en un lugar donde la luz del sol de manera otoñal descienda lentamente, a fin de cuentas la vida no está entre muros, como dice Cósimo "¡Si construyes un muro, piensa en lo que queda fuera!".